Soy madre de tres hijos que viven de y para el golf. Todo empezó por las ganas de conducir el carrito de golf, encima de las piernas de su papá o las mías, alrededor de los campos. Al mismo tiempo, les encantaba competir entre ellos, y lo que hicimos fue implementar la diversión a este deporte: Jugábamos dinámicas de meter la pelota a una cubeta, para correr a comprar unas papas o chocolate en la maquinita del club (su papá, José, les daba 10 pesos por cada pelota que entrara a la cubeta o quien la colocara más cerca).

Entre risas y sana convivencia, empezó la historia de nuestra familia en este bello juego, el cual se convirtió en pasión, amor y profesión de todos.

Con mucha disciplina y convivencia con los amigos en la Gira Regional y luego en los Campeonatos Nacionales Infantiles-Juveniles, se formaron mis tres increíbles golfistas, que ahora son adultos, y su amor al golf va más allá de una pasión. Desde los cinco años, Gaby, Pepe y Fer ya competían a nivel regional. Nunca los obligamos; al contrario, se volvían locos si no los llevábamos a torneos. Los acompañamos siempre hasta donde ellos lo pedían, jamás exigimos un desarrollo que no quisieran, y esa fue la clave del éxito como papás.

Luego vino la etapa juvenil, que es donde muchos se esfuman del deporte, por estar con los amigos y en la fiesta. Fue cuando ya quedó totalmente en manos de ellos y de su gran dedicación. Ahí fue cuando me di cuenta que, por haber hecho tanto esfuerzo como mamá, todo valió la pena, porque fortaleció los objetivos que cada uno tenía y les ayudó a convertirse en lo que son actualmente.

Gaby, a los 17 años de edad, recibió 24 ofertas de beca por parte de universidades de Estados Unidos, y decidió irse a estudiar en la de Arkansas —una de las instituciones más prestigiosas dentro del golf colegial—, para continuar el desarrollo de su nivel a uno que la llevó a la LPGA.

Pepe, inspirado por su hermana, también persiguió la oportunidad de estudiar y formar parte del equipo de golf de la Academy of Art University en San Francisco, donde obtuvo su título con diversos premios académicos, y hoy en día trabaja de la mano con varios jugadores amateur y profesionales.

En cambio, Fernando —curioso desde pequeño—apostó por estudiar ingeniería industrial en la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México, ya que reflexionó la dificultad de mantener una carrera académica que le llamara la atención a la par de competir en el golf colegial, y actualmente forma parte de la Gira de Golf Profesional Mexicana.

Así que tenemos la satisfacción y orgullo de contar con hijos profesionistas, porque así fue algo que se habló siempre en la familia: Antes que otra cosa, el estudio, para alcanzar sus sueños.

Para las familias apasionadas por el golf y con hijos que buscan en este deporte una opción de vida y lucha, nunca se les debe exigir... ¡Háganlo divertido, ágil y acompáñenlos en ese camino para cumplir sus sueños! El golf forma personas sanas, disciplinadas y de bien.

¡Feliz día a todas las mamás en el gran mundo del golf!

Gabriela Butrón

Mamá de Gaby, Pepe y Fer López

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